Sigue bajando el precio de la soja, el principal commoditie del país, al igual que las exportaciones, a ello se le suma, el precio y la escases de combustibles e insumos básicos para la industria, la inflación incontrolable, un tipo de cambios desbocado, el descontento social, el desabastecimiento y un contexto mundial en plena recesión económica.
Es la peor crisis, en el peor momento económico mundial, situación a la que se llega por una evidente falta de previsión del gobierno, hoy más abocado a resolver el problema político interno del Frente de Todos y las causas judiciales por corrupción contra la vicepresidente Cristina Fernández.
Las importaciones alcanzaron cifras récord durante junio. Miguel Pesce, presidente del Banco Central, afirmó que los niveles de importación de energía son muy altos y rondaron los USD 2.000 millones el mes pasado.
Esto provoca un fuerte desequilibrio en la balanza comercial nacional. Salen muchos dólares y entran cada vez menos. Según trascendió de fuentes oficiales, la cifra rondará los USD 8.600 millones, un 45% más en comparación con el mismo mes del año pasado y un 9% más en comparación con mayo de 2022, el mes previo, donde había llegado a los USD 7.870 millones.
El aumento de junio estuvo impulsado por las mayores compras al exterior de combustibles y lubricantes, que pasaron de los USD 1.600 millones a casi USD 2.000 millones.
En un contexto económico y financiero muy complejo, se encendieron las alertas por una merma en el ritmo de comercialización de la última cosecha de soja. Se trata del complejo más importante al momento de aportar dólares al país. Según expresaron desde el sector exportador, es el nivel más bajo de ventas de los últimos 20 años y donde restan por vender unas 29 millones de toneladas.
El presidente del Centro de Exportadores de Cereales y de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara-CEC), Gustavo Idígoras, dijo que “hay una situación bastante preocupante en el término del ritmo de venta de soja. Estamos en uno de los ritmos más bajos de los últimos 20 años y hasta menor al 2008 cuando fue la crisis de la 125″. Y atribuyó la problemática al faltante de gasoil, el cual comenzó hace 4 meses atrás y que se pudo resolver en febrero pasado cuando el sector propuso como solución incrementar el corte de biodiésel. Ahora hay retrasos de cosecha y el mes pasado hubo unas 600.000 mil toneladas de granos no ingresaron a los lugares de comercialización.
Los problemas por la falta de dólares y las trabas a las importaciones se agravan para el sector automotor. La semana pasada se conocieron dos casos de empresas que planteaban una difícil situación debido a la imposibilidad de pagar a proveedores del exterior. Fueron las empresas Agrale y Yazaki.
Ahora se suman los fabricantes de baterías agrupados en la Cámara Argentina de Fabricantes de Acumuladores Eléctricos (CAFAE) que producen productos para vehículos, telefonía, servicios, entre otros.
La entidad envió una nota al Banco Central alertando que peligran cerca de 10.000 puestos de trabajo debido a que las empresas asociadas no tienen insumos importados para producir.
CAFAE agrupa a los industriales que participan en el mercado de baterías para equipo original, de reposición y de exportación. En la nota señalan “los problemas de abastecimiento que tienen nuestras empresas asociadas con insumos importados ante las condiciones de pago al exterior establecidas por la Circular “A” 7030 y sus complementarias”
Destacan que “la mayoría de los fabricantes de baterías de todo el país, que a la fecha no pueden abastecerse de insumos importados, que no se producen en el país, ya que las condiciones de pago a 180 días hacen que el proveedor del exterior no esté dispuesto a otorgar un crédito a tan largo plazo.”
“Lamentablemente, en los próximos 30 días varios fabricantes se verán en la necesidad de a suspender personal por falta de insumos. Esto podrá afectar a más de 4.000 personas de mano obra directa y unas 5.300 de mano de obra indirecta de los proveedores locales en los diferentes rubros. La fabricación de nuestras empresas asociadas sustituye importaciones por más de cincuenta millones de dólares por año a la vez que nuestras importaciones pueden llegar a nueve millones de dólares al año”, dice la nota.
En tanto las exportaciones de vino en botella caen un 6%. Las bodegas solicitaron que se suspendan retenciones. Fueron reimplantadas en 2018 con una alícuota de 4,5% sobre los montos exportados. El sector dice que pierde rentabilidad y acceso a los mercados. Las empresas aseguran que el precio de las botellas subió 60% y la uva más de 80% el año pasado.
Las nuevas restricciones para la importación de insumos y el pago de servicios en el exterior fueron un golpe de gracia sobre las exportaciones de vino argentino en botella, que ya venían afectadas por otros factores macroeconómicos, como la inflación y el atraso cambiario. Las bodegas sufren ahora la falta de insumos básicos y un encarecimiento de sus costos de producción asociados al cerrojo importador.
Frente a este panorama, Bodegas de Argentina, la cámara que nuclea a las principales bodegas del país, reclamó al Gobierno nacional la suspensión transitoria de las retenciones sobre las exportaciones de vino embotellado, que fueron reimplantadas en 2018 con una alícuota de 4,5%.
Además, la inflación volverá a acelerarse en julio. Así lo pronostican las consultoras privadas, que advierten que por diversos factores el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subirá este mes en torno al 7%. Y los alimentos, en ese escenario, no son la excepción. Según distintos relevamientos, en las primeras dos semanas el rubro ya trepó 4% y, proyectado a lo que resta de julio, estiman incrementos con un piso del 6%. Se trataría de un dato sensiblemente mayor al registrado en junio, cuando esta división trepó 4,6% y tuvo la mayor incidencia en el IPC general que resultó con un alza de 5,3%.
La consultora Ecolatina brindó un primer pantallazo de lo que ocurrió en la primera mitad del mes: el IPC GBA que realiza la firma trepó 7,9% en la primera quincena de julio respecto al mismo periodo del mes anterior. “La aceleración de más de 2 p.p. se dio en un contexto de elevada volatilidad financiera que implicó subas en los dólares paralelos. Por este motivo, y en conjunto con ciertas restricciones a las importaciones impuestas al cierre de junio, la elevada incertidumbre sobre los costos de reposición fue un factor que influyó en la fijación de precios”, destacó el informe.
La canasta básica alimentaria se ubicó en junio en $51.334 para una familia de cuatro miembros – dos adultos y dos niños-, por lo cual se incrementó un 6,42% respecto al mes anterior. Si se analiza el incremento interanual, la cifra se ubicó en un 67,27%.
Los datos reflejan la evolución del Ipcacoma (Índice de Precios Canasta Básica Alimentaria Consumo Masivo), que elabora la consultora Focus Market, con los datos sobre lo que necesitó cada uno de los hogares para cumplimentar la canasta, teniendo en cuenta el incremento promedio e interanual de precios, lo que más subió y bajo en forma interanual y desestacionalizada.
Nada en el horizonte temporal cercano indica que la situación va a mejorar, pero todo muestra que la crisis que se agudizará y esta deberá su intensidad a las medidas que tomará en los próximos días Estados Unidos y el FED sobre subir o no el tipo de interés.