El Partido de los Trabajadores informó en un comunicado que la alianza «Brasil de la Esperanza», que también integran el Partido Comunista (PCdoB) y el Partido Verde (PV), «aprobó por unanimidad la fórmula Lula-Alckmin» para las presidenciales del domingo 2 de octubre.
El Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil y sus aliados formalizaron este jueves la candidatura del expresidente Luiz Inácio Lula Da Silva para las elecciones de octubre, en una decisión apenas simbólica pero necesaria para cumplir la ley electoral y para dar el decidido paso hacia una campaña proselitista plena, que lo tiene por ahora delante en las encuestas de intención de voto.
Ni Lula ni su ratificado compañero de fórmula, el exgobernador paulista Gerardo Alckmin, estuvieron en el hotel de San Pablo en el que se oficializó la fórmula, un trámite que el Partido Liberal del mandatario Jair Bolsonaro hará el domingo con la postulación para otro mandato del jefe de Estado.
El PT informó en un comunicado que la alianza «Brasil de la Esperanza», que también integran el Partido Comunista (PCdoB) y el Partido Verde (PV), «aprobó por unanimidad la fórmula Lula-Alckmin», con los 16 votos favorables de los integrantes de la conducción.
La coalición irá por otro mandato para Lula el 2 de octubre, frente a Bolsonaro y a Ciro Gomes, un exaliado del PT que ayer lanzó su candidatura en busca de terciar en lo que parece un camino seguro hacia la polarización entre los dos nombres de mayor peso.
Gomes, del Partido Democrático Trabalhista (PDT), no tiene todavía compañero de fórmula ni el respaldo de otros partidos, pero aún así las encuestas lo ubican tercero y sus votos pueden ser valiosos en una eventual segunda vuelta.
De 76 años, presidente entre 2003 y 2010 y preso casi 600 días por causas luego anuladas, Lula prefirió dedicar las jornadas del miércoles y el jueves a alimentar sus chances electorales, esta vez en el norteño estado de Pernambuco.
Casi al mismo tiempo en que el PT hacía oficial su postulación, el exsindicalista reunió a figuras del arte y la cultura en el Teatro del Parque, en Recife.
“Vine aquí para aprender. Cuando somos candidatos, convocamos a media docena de personas con mucha información para armar un programa sobre economía, seguridad, política agrícola, etcétera… Pero la teoría puesta en papel no siempre es factible en la práctica para los que gobiernan, cuando se necesita discutir la prioridad del dinero”, admitió Lula en el acto, en el que su nombre fue varias veces coreado.
Reconoció entonces que en gestión había hecho por el sector “menos de lo que hubiera querido” pero resaltó la tarea de su entonces ministro Gilberto Gil, “competente, capaz de escuchar y decir que no”.
“Yo quería poner una casa de cultura en cada municipio, una megalomanía. No podía funcionar. Y él me respondió con los puntos de cultura, algo más efectivo. Llegó a mucha gente en poco tiempo», celebró, según el sitio del diario Folha de Pernambuco.
El exmandatario será en octubre candidato por sexta vez, una chance que hubiera tenido antes, en 2018, cuando el PT lo postuló pero la condena judicial por corrupción lo dejó fuera de la compulsa y facilitó, de alguna manera, la victoria de Bolsonaro.
Anuladas las causas en su contra por el Superior Tribunal de Justicia, Lula se lanzó otra vez a la conquista del Palacio de Planalto con un discurso más moderado, una actitud que también explica la elección de Alckmin como segundo del binomio.
La formalización de la candidatura fue coincidente con una nueva encuesta, esta de la empresa Exame/Idea, que muestra a Lula 11 puntos por arriba de Bolsonaro para octubre: el 44 % de la intención de voto contra el 33 %.
En el tercer lugar se ubicó con el 8 % Gomes, del PDT; delante de Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que reúne el 4%.
Si ningún candidato obtiene más del 50 % de los votos válidos en esa primera vuelta del 2 de octubre habrá un balotaje el 30 de ese mes.
Quizás por esa derrota que vaticinan los sondeos, Bolsonaro viene hace semanas atacando al sistema y a la justicia electoral, la última de esas oportunidades el lunes último ante diplomáticos extranjeros.
Este jueves, el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Edson Fachin, le dio un plazo de cinco días para que responda por esas críticas, en respuesta a una demanda de varias fuerzas de la oposición, entre ellas el PDT y el PT, que acusaron a Bolsonaro de propaganda electoral anticipada, abuso de poder y crímenes contra el Estado democrático.
En la demanda -presentada el martes último- la oposición pidió a las redes Facebook e Instagram que eliminaran de sus plataformas los videos en los que se ve a Bolsonaro arremeter una vez más sin pruebas contra las urnas electrónicas, con las que mantiene una particular cruzada.
Sobre el tema hizo su aporte Estados Unidos: no solo anunció que va a observar con «gran interés» las elecciones presidenciales del país, sino que elogió el sistema de votación.
Washington va a «acompañar las elecciones de octubre con gran interés y la expectativa de que sean conducidas de forma libre, justa y confiable con todas las instituciones, actuando de acuerdo con su papel institucional», afirmó el vocero del Departamento de Estado, Ned Price.
Y destacó, según la agencia Ansa, que los comicios fueron “conducidos exitosamente por el sistema electoral brasileño, capacitado y testeado, y por las instituciones democráticas durante muchos años, por lo que son un modelo para las naciones del hemisferio».