Estados Unidos recibió el lunes con la alfombra roja al Jefe de Estado Francés, Emmanuel Macron. La bandera tricolor francesa hondea desde hace días por toda la capital federal para festejar la llegada de la primera visita de Estado de la Administración de Donald Trump, el primer presidente que no había ofrecido ninguna invitación de este tipo durante su primer año en la Casa Blanca. Sus diferencias sobre el acuerdo nuclear con Irán, la estrategia en Siria o el comercio internacional pondrán a prueba la especial relación personal que ambos políticos, aunque antagónicos en tantos aspectos, han cultivado desde que aquel eterno apretón de manos en Bruselas en mayo del 2017, en el que ninguno de los dos parecía estar dispuesto a ser el primero en soltar al otro.
Macron se ha erigido como socio europeo de preferencia de Washington. Que Francia sea el primer país al que Washington ha cursado una invitación para una visita de Estado demuestra la amistad entre ambos países y es lo que sus líderes quieren mostrar al mundo estos días.
El joven presidente francés, que impresionó a Trump con su recibimiento en París en julio del año pasado —cena en la torre Eiffel el año incluida—, ha evitado la confrontación directa con el estadounidense y se ha esforzado por señalar sus similitudes. “Tenemos una relación especial porque los dos venimos de fuera del sistema político clásico” y ganaron por sorpresa las elecciones en sus respectivos países, destacó el francés en una entrevista con la cadena Fox News previa a la visita, pasando por alto que el estadounidense simpatizaba abiertamente con su rival, Marine Le Pen.
Tantos han sido los guiños a Trump que el Elíseo ha aclarado que no son exactamente amigos pero “sabe que tiene que estar cerca de nuestro aliado más estrecho, del presidente del país más poderoso del mundo”. A Trump también le ha venido bien poder presumir de tener un aliado al otro lado del Atlántico. Hablan por teléfono al menos una vez a la semana. Está por ver si la apuesta de Macron por el pragmatismo con Trump da sus frutos. En el pasado, a pesar de las sonrisas y la camaradería, no ha bastado para mantener a EE.UU. en el acuerdo climático de París ni para asegurar su participación en el pacto nuclear con Irán, una pieza clave de la actual seguridad mundial.
“Estados Unidos y Francia tienen una responsabilidad particular. Somos garantes del multilateralismo contemporáneo”, recalcó el presidente francés a su llegada a Washington, acompañado por su esposa Brigitte, con quien se dio un paseo no anunciado por las calles de la ciudad que les llevó hasta el Memorial Lincoln. La agenda oficial de la visita, de tres días, comenzó en la Casa Blanca a las cinco de la tarde (hora local de Washington). Trump y Macron plantaron un árbol en sus jardines, un roble traído del bosque de Belleau (Francia), donde 9.000 soldados estadounidenses murieron en 1918, símbolo de la amistad entre los dos países. Desde allí volaron en helicóptero hasta Mount Vernon, la antigua residencia de George Washington, a las afueras de la capital federal, a orillas del río Potomac, donde los Trump y los Macron cenaron a solas.
Ambos líderes celebraron una reunión de trabajo en el Despacho Oval con sus respectivas delegaciones, un encuentro en el que el francés tuvo la plena intención de convencer al estadounidense de que no abandone el acuerdo nuclear. Firmado con Irán en julio del 2015 por la Administración Obama y varios países europeos, ha permitido que Irán congele durante diez años su programa nuclear a cambio de levantar las sanciones económicas. Trump no se fía. Siempre ha considerado que es “un acuerdo horrible” y en octubre dejó en el aire su futura participación en el acuerdo, que sin Estados Unidos quedaría muerto.
Otro tema conflictivo de la visita será la estrategia en Siria después de que Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania lanzaran un ataque conjunto con misiles en represalia por el supuesto uso de armas químicas por parte de Damasco. Francia quiere Estados Unidos no retire sus 2.000 efectivos militares desplegadas en el norte, en territorio kurdo, como el presidente Trump ha dicho en varias ocasiones que piensa hacer (también ha dicho lo contrario varias veces). “El día que terminemos el trabajo con el Estado Islámico, si nos vamos, dejaremos el camino libre régimen iraní, a Basar al Asad y sus amigos para preparar una nueva guerra”, advirtió Macron en la Fox antes de volar a Washington. El presidente también reclamará a Trump que no imponga aranceles a las importaciones de acero y aluminio a Europa, un asunto que Merkel abordará de nuevo con el estadounidense esta semana.
Macron intervendrá este martes en una sesión especial del Congreso con un discurso de treinta minutos, como han hecho todos los presidentes de Francia de visita en Estados Unidos excepto François Hollande. El presidente francés recordará “los valores comunes y la voluntad de seguir escribiendo la historia juntos”, según ha adelantado el Elíseo. Vía: La vanguardia